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Confederación Perú - Boliviana |
Gracias a las guerras de la Independencia, la antigua Audiencia de Charcas conformó una nación independiente, adoptando el nombre de Bolivia en homenaje al libertador Simón Bolívar. Así, terminó de separarse el mundo andino en dos mitades, que había estado unidas durante buena parte de su historia. Durante la última etapa de la era prehispánica, el poder del Inca estuvo basado en su capacidad para reunir en una sola entidad a las cuatro partes del mundo, el Tahuantinsuyu. Ese mismo territorio se mantuvo unido durante la mayor parte de los siglos coloniales, habiendo sido llamados el Bajo y el Alto Perú. Finalizando el siglo XVIII, los reyes Borbones entregaron la audiencia de Charcas al control del recientemente creado virreinato del Río de la Plata , pensando favorecer el comercio atlántico por el puerto de Buenos Aires y promover la nueva ruta del Cabo de Hornos. Así, empezó a fraccionarse políticamente el mundo andino, proceso que culminó en la Independencia con dos estados independientes: Perú y Bolivia. En esta solución intervinieron muchos intereses cruzados. En primer lugar, la misma sociedad alto peruana, desconfiada de Lima que había sido sede del virreinato. Por otro lado, los generales gran colombianos, como Bolívar y Sucre, que pensaban en la conveniencia de formar una confederación de naciones andinas, cuyas partes fueran equivalentes y veían con buenos ojos la partición de un Perú concebido como demasiado grande.
La ciudad más importante de Bolivia es La Paz, que domina el altiplano controlando las rutas comerciales del Alto Perú. Esas rutas comerciales atraviesan las regiones mineras y el granero de Cochabamba hasta llegar a Santa Cruz, ciudad de frontera situada en la ceja de selva camino al Brasil. Además, esas rutas comerciales se prolongaban por todo el sur peruano y tenían sus nudos en el triángulo de ciudades que dominan la región: Arequipa, Puno y Cusco. Por su parte, el puerto natural de La Paz siempre fue Arica, porque son próximos, siendo el destino lógico de su ruta hacia el mar en términos geográficos. En época colonial, Arica y Pisco habían sido los puertos del comercio de mercurio, un producto esencial para amalgamar la plata proveniente de Charcas; el mercurio bajaba de Huancavelica gracias a mulas y arrieros, desde Pisco seguía por mar para desembarcar en Arica y subir a Potosí por tierra. El puerto de Arica era también el sitio de embarque de la plata que viajaba a Lima antes de dirigirse a Europa. De este modo, Arica era clave para todo el comercio paceño.
Pero, después de la Independencia, Arica quedó en manos del Perú porque no era parte de la audiencia de Charcas, sino del virreinato peruano. Además, también era peruanas tierras situadas bastante más al sur de Arica. Allí se hallaba el entonces departamento peruano de Tarapacá, cuya capital era Iquique. Recién a continuación, en dirección al sur, venía el departamento boliviano del litoral, llamado Atacama, cuyo puerto más importante era la pequeña caleta de Cobija. Este departamento litoral y su puerto quedaban muy lejos de La Paz. Por ello, las mulas, que eran el medio de transporte propio de la época, hacían el camino en 18 días entre La Paz y Cobija, mientras que sólo empleaban 3 días para cubrir la ruta entre el puerto peruano de Arica y la capital de Bolivia.
El grueso del comercio boliviano siempre ha sido por Arica, incluso cuando Bolivia era dueña de un departamento costero. Por ello, Bolivia aspiraba Arica. Este tema estuvo presente durante todo el siglo XIX y ha dado origen a diverso tipo de tensiones y propuestas de solución. En un momento dado, se ensayó con recuperar la unidad política perdida y retornar a una forma de unidad que permita a la nueva entidad mantener un comercio liberal y abierto al mundo. Esa fue la apuesta de la Confederación Perú Boliviana, cuya vigencia se reduce a tres años, 1836-1839.
Si se hubiera consolidado, la Confederación hubiera modificado profundamente el balance de fuerzas entre los nacientes estados de América del Sur. Por ello, la dimensión internacional de su corta vida y la decidida intervención de Chile en su contra resultan cruciales para entender su caída. El conductor del proceso fue el general Andrés de Santa Cruz, quien había nacido en La Paz y desarrollado una carrera militar y política tanto en el Perú como en su patria. Nieto de curacas indígenas por el lado materno y casado con una matrona cuzqueña, Santa Cruz era un mestizo que representaba bien a los nuevos grupos sociales y étnicos lanzados al ascenso gracias a la independencia.
En tiempos de la primera república, en los Andes no hubo solamente liberales y conservadores. Los políticos de aquellos días no se limitaron a copiar las formas prevalecientes en Europa y los Estados Unidos. Hubo también campo para la creatividad. La Confederación se apartó del republicanismo liberal, combinando su propuesta constitucional con instituciones de protección a los indígenas, las cuales provenían del pasado colonial. La Confederación fue una opción que consistía en colocar el centro de la nueva nación en el luego postergado mundo andino, para construir una relación republicana con el indio más integrada que la formulada por el elite limeña.
Esta propuesta incluía también otra novedad. En este caso se trata de instituciones cesaristas, destinadas a conferirle al jefe máximo un estatus superior a la legitimidad basada en el sistema electoral. Este cesarismo estaba inspirado en Napoleón Bonaparte, cuyo legado había sido recogido inicialmente nada menos que por Simón Bolívar. Así, en el sistema político propuesto por Santa Cruz, se le restaba autoridad al sistema electoral para transferírsela al caudillo, encarnado como Protector de la Confederación, que era el título formal del caudillo paceño.
Una pregunta esencial sobre esos años es ¿porqué perdió la Confederación ?. ¿Cómo se desvaneció esta carta? ¿Su caída se debió solamente a la extrema oposición chilena, que llegó a ir a la guerra en dos ocasiones? O, ¿las razones internas fueron decisivas? De hecho, el Perú se partió en dos y Bolivia también atravesó gruesas fisuras. Algunos militares tan esencialmente representativos de la peruanidad, como Ramón Castilla por ejemplo, estuvieron en contra de la Confederación y su actuación fue decisiva para derribarla. ¿Cuál fue su punto de vista? ¿Por qué resultaba odiosa la opción andina de nacionalidad? ¿Cuáles eran las tensiones entre andinos y criollos en la forja de la nacionalidad peruana? ¿Porqué Santa Cruz no pudo ganar las mentes y los corazones de los costeños?
Para contestar estas preguntas conviene rastrear los proyectos e intenciones abiertas y escondidas de los diversos actores. Fue una época de grandes vaguedades y fluctuaciones personales. Las posturas nunca fueron completamente definidas. En más de un sentido, la oscilación y el cambio fueron un componente de todos los proyectos políticos en juego. Como sabemos, la derrota de la Confederación fue seguida por la invasión peruana de Bolivia, con el evidente propósito de los vencedores de Yungay de imponer la misma unidad peruano boliviana bajo otra hegemonía personal. Por ello, en el análisis de la época cabe una pregunta por el caudillismo y su fuerte carga de individualismo. ¿Acaso la caída de la Confederación obedeció a qué no había espacio para tanto caudillo en las nuevas naciones independientes?
La cuestión nacional durante la efímera Confederación Perú – Boliviana ha sido un tema largamente abordado por la historia. ¿Tenía sentido el experimento? ¿Le convenía a ambos países? El más reputado historiador de la república peruana, Jorge Basadre, tenía una opinión compleja sobre la Confederación, porque opinaba que la unión con Bolivia hubiera sido buena para el Perú en determinados momentos de la historia, pero que era inviable cuando efectivamente se dio. En cambio, el historiador José de la Riva Agüero opinaba que la Confederación fue la gran oportunidad perdida del Perú y que su derrota había sido una catástrofe que anunciaba las desventuras del siglo XIX peruano.
Del lado boliviano hay una larga tradición que subraya las bondades de la Confederación. El historiador boliviano Alcides Arguedas consideraba a Santa Cruz como el caudillo ilustrado y paternal por excelencia. Asimismo, la reputada Historia General de Bolivia, escrita por la familia de historiadores Mesa Guisbert, postula que fue el período más exitoso de la historia boliviana del siglo XIX. Todos son elogios para Santa Cruz, reforzados porque el período posterior de la historia boliviana fue especialmente caótico y a la deriva.
Otro gran tema ha sido la cuestión comercial. El historiador Paul Gootenberg ha subrayado que la Confederación esconde una aguda competencia comercial entre Valparaíso y El Callao. Ambos puertos eran claves en el Pacífico Sudamericano y desde el siglo anterior tenían una fuerte relación comercial, en la cual históricamente habían predominado los comerciantes limeños. En el siglo XVIII, en la capital peruana se hallaba la sede del capital comercial que dominaba las rutas del Pacífico, al grado que la flota comercial era propiedad de mercaderes criollos y peninsulares afincados en Lima. Pero, después de la independencia, las cosas cambiaron muchos. Los comerciantes españoles habían sido expulsados del Perú; buena parte del gran capital había retornado a España y la flota mercante peruana se perdió durante la guerra. Luego, Chile había anudado estrechas relaciones con el comercio inglés y en Valparaíso se estaban empezando a instalar los depósitos de mercaderías y los servicios para el comercio europeo en todo el Pacífico.
Santa Cruz intentó remediar esta desventajosa situación del comercio peruano. Para el Protector era necesaria una política liberal que disminuya las tarifas aduaneras y permita una alianza con Gran Bretaña. Él quería disputar con Chile las preferencias de los comerciantes ingleses, que entonces dominaban el mundo y recién se estaban asomando al Pacífico Sudamericano, hasta entonces un mar cerrado para ellos y reservado para España. Por ello, Santa Cruz fue liberal, en contraste con Gamarra y los conservadores peruanos que habían sido proteccionistas. Esa habría sido la razón para la decidida intervención de Chile contra Santa Cruz. El líder chileno, Diego Portales, indicó muy claramente que el destino de Chile era el dominio del mar y que la Confederación podría significar una gran amenaza contra su nación, porque era reconstituir el viejo virreinato que los había tenido sometidos durante la colonia. Chile necesitaba controlar las rutas del Pacífico y la alianza comercial con Gran Bretaña era esencial para este designio. De este modo, no podía aceptar, sin correr gran peligro, que se consolide el proyecto de la Confederación, que podía llevar a los ingleses a establecer otras alianzas internacionales. ¿Cómo influyó el comercio en el destino de la Confederación? ¿Fue Gran Bretaña tan importante como pensaba Santa Cruz?
Los caudillos de la independencia crearon alianzas heterogéneas en las sociedades que gobernaron. Incluso enemigos mortales no diferían demasiado. Por ejemplo, el general peruano Agustín Gamarra, principal rival de Santa Cruz y uno de los principales líderes peruanos que trajeron abajo la Confederación, era cusqueño y tenía el mismo patrón de carrera que el general paceño; se habían formado en el ejército realista y cambiado de bando recién cuando San Martín desembarcó en el Perú. Además, sus estrategias políticas eran muy similares. Ambos habían formado coaliciones que abarcaban tanto a elites provincianas como a sectores populares urbanos y campesinos indígenas. Estas coaliciones eran semejantes, pero se construyeron en oposición y conflicto. Su camino no fue un lecho de rosas, sino todo lo contrario, un campo de lucha. El Cusco estuvo dividido entre quienes estuvieron a favor y en contra de la Confederación; mientras que Arequipa, Puno y Moquegua apoyaron con decisión y entusiasmo la unión con Bolivia. Por su parte, Lima y la costa estuvieron en contra de la Confederación y sus líderes políticos y militares vinieron con los chilenos para derrotarla en Yungay.
Las luchas políticas de esa época se saldaban en el terreno militar. Pocas veces con tanta intensidad, el consenso se lograba usando la fuerza. Por ello, el lógico que tanto el comienzo como el final de la Confederación se decidieran en batallas. Por su parte, Santa Cruz tejió su coalición política a partir del ejército y se hallan redes de intereses que partían del poder militar. Además, cultivó relaciones tanto en el ejército profesional como en las milicias armadas, integradas por civiles que prestaban apoyo a los cuerpos regulares y que resultaban cruciales en las guerras entre caudillos.
En la Confederación destaca la conexión entre el tema étnico y el político. Santa Cruz concibió la relación con los indios de modo corporativo, modificando el enfoque liberal que había impuesto Simón Bolívar. En el tema indígena es claro que hubo dos propuestas opuestas, la liberal que finalmente constituyó al estado peruano realmente existente y la propugnada por Santa Cruz, que en cierto sentido retrocedía a figuras proteccionistas propias de la era colonial. Por otro lado, también restringió el derecho al voto de los indios y su política étnica es muy compleja. No es fácil asignarlo a ninguna casilla porque tuvo iniciativas en sentido aparentemente contrario. Un punto crucial se halla en las conexiones entre lo militar y lo racial. Santa Cruz tuvo una clara política de premios y castigos, repartiendo tierras entre sus soldados, vinculándolos al mundo agrario serrano, introduciendo el poder militar en el conflicto entre haciendas y comunidades. Por otra parte, Santa Cruz negociaba con las comunidades ofreciendo tierra, agua o la abolición del tributo a cambio de su adhesión. El caudillo boliviano peruano siempre tuvo claro que los indios eran la masa, con la que tenía que contar y a la que debía someter al imperio de su voluntad.
Finalmente, la Confederación muestra lo tibias que eran en ese momento las adhesiones nacionales, a diferencia de lo que vendría inmediatamente después. Al finalizar la década de 1830 se amplió en forma considerable el sentido del otro. Durante la independencia, el enemigo había sido solamente el español y había primado un fuerte sentimiento de unidad latinoamericana. Pero, ese tiempo se estaba acabando y al caer la Confederación, empezaron a considerarse como rivales y potenciales enemigos a las naciones formadas por los otros criollos, nacidos en otros lugares de América. Ayer habían sido hermanos, mutuamente se habían concebido como “españoles americanos”. Pero, luego de la Confederación, hubo alivio de saberse distintos. Así, finalmente las nacionalidades latinoamericanas y andinas se construyeron fragmentando la antigua hispanoamericana colonial.